Un par de retos de la orientación

Foto de Suzy Hazelwood

En septiembre del pasado año nuestro incansable y apreciado compañero Juan Martínez de Salinas publicó un completísimo artículo sobre orientación laboral que compartió en Linkedin y que, como es habitual en sus publicaciones, logró mucha difusión y generó mucho debate.

No era para menos pues el artículo señalaba la mayor parte de las cuestiones que hoy día rondan a la orientación laboral, plateándose desde su mismo título cuál será su futuro. Mencionaba desde sus problemas y retos, hasta las cuestiones más delicadas, pasando por alguna propuesta innovadora o por los cambios que se han producido en los últimos años. 

No me enrollo. El artículo está en el enlace y, como decía y señalaba en los comentarios del mismo, daría para unas jornadas de varios días.

En mi caso, de forma mucho más breve, me gustaría destacar solo dos de los puntos que Juan tocaba y que, creo, merecen una atención especial.

El primero se refiere al aporte de la orientación. Un tema siempre en cuestión, la verdad. Parece que a pocas personas se le escapan los aportes cualitativos que tiene el acompañamiento y la información en nuestro desarrollo y en la toma de decisiones en educación, en formación y en el empleo. Pero es muy importante insistir una y otra vez en los aportes cuantitativos, entre otras cosas porque no tenemos muchos, porque no son muy conocidos y porque no siempre nos dicen lo que queremos escuchar. De ahí que datos como que la orientación laboral influye hasta en los salarios que las personas llegan a cobrar debemos difundirlos y repetirlos hasta la saciedad, que suele decirse. Y, sobre todo, debemos reclamar más datos, investigaciones y estudios que puedan mostrar cuantitativamente el resultado y la influencia de nuestro trabajo.

La segunda cuestión que me parece crucial entre las que menciona Juan es la de escuchar a quienes participan en los servicios de orientación, fundamentalmente a aquellas personas que acuden porque están en situación de desempleo y muchas veces con dificultades socioeconómicas o de otro tipo.

Digo especialmente porque son estas personas las que habitualmente menos conocen los servicios de empleo (por ejemplo los que figuran en la renovada Cartera Común de Servicios del Sistema Nacional de Empleo, tan importante para nosotros), siendo quienes más los precisan y a quienes menos escuchamos.

Dirigimos programas a colectivos específicos, con dificultades de conciliación, con problemas de integración, de adaptación o formación pero después no tenemos en cuenta esas circunstancias en el desarrollo de esos programas o en los mismos servicios de orientación. Demasiadas veces su participación y su voz se queda en una encuesta de evaluación. Es más, en este último año que tanto se ha debatido por la reforma de los subsidios se ha hablado muy poco de quiénes lo cobran o de cuáles son sus circunstancias.

Hacer visibles a quienes participan en los programas de orientación y de apoyo al empleo es un buen primer paso de puesta en valor. Al final del artículo puede verse una muestra de esta práctica en una entidad amiga como es la Fundación Erguete, una de las ejecutantes de un Programa Integrado coordinado por Eapn Galicia que finaliza mostrando resultados y proponiendo buenas prácticas en la inclusión sociolaboral.

Pero debemos ir más allá si queremos que nuestros servicios ganen en eficacia y sean considerados de valor. Una orientación laboral que realmente pueda cosiderarse sistémica no solo debe tener en cuenta las circunstancias de las personas que participan sino que deben hacerlas protagonistas y copartícipes al mismo tiempo que se pide compromiso y responsabilidad. Todo un reto. Bueno, dos 😉

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