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La nueva Formación Profesional y la orientación

Desde el pasado año vivimos tiempos de cambios en la Formación Profesional que culminarán en una nueva Ley Orgánica de Formación Profesional que el Consejo de Ministros prevé tratar este mismo junio. Algunos de los cambios a los que asistimos son novedosos. Otros, demandas con cierta historia. Pero, en cualquier caso, todos son cambios de calado hacia una FP más simple y dinámica en su gestión y en la respuesta al mercado de trabajo. Y también hacia una FP más inclusiva que busca llegar a un mayor número de personas (se anuncia la creación de 200.000 nuevas plazas en cuatro años).

Novedades

Entre las novedades destacan, creo yo, todas las que refieren a reforzar el carácter inclusivo de la FP. Por ejemplo, la oferta para los mayores de 17 años que abandonaran el sistema educativo o las ofertas específicas de ciclos formativos de grado básico dirigidas al alumnado con necesidades específicas especiales.

Pero entre todo el maremágnum de novedades hay dos cuestiones que marcarán significativamente la Formación Profesional del futuro próximo y concretamente la Formación Profesional para el empleo:

La primera es una demanda histórica a la que no se puede hacer otra cosa más que dar la bienvenida. Solo queda que en cada comunidad autónoma se respalde con los recursos necesarios para garantizar que todas las personas que lo deseen puedan certificar su saber hacer.

La segunda es una apuesta de revalorización de la Formación Profesional que no solo asciende al nivel de Secretaría General sino que lo hace aglutinando las competencias que hasta ahora correspondían al Ministerio de Trabajo en lo que refiere a las Cualificaciones Profesionales y a los Certificados de Profesionalidad. De hecho, el Sepe ya no financia la formación referida a Certificados de Profesionalidad.

Otras cuestiones clave

A estos grandes anuncios les faltan algunos aspectos clave que esperemos surjan en el desarrollo de la ya mencionada nueva Ley Orgánica de Formación Profesional.

Supongo que en un tema tan debatido como el de la FP, con tantas perspectivas y temáticas, todos tenemos en mente cuestiones que consideramos clave para que realmente la FP consiga sus objetivos, entre ellos el de converger con los objetivos de la política europea en materia de Formación Profesional.

En mi caso, señalaría dos cuestiones que aún echo de menos pero que confío en que la nueva Ley recogerá de forma específica.

Por una parte creo que es fundamental definir el papel de las empresas. Tal y como se ha anunciado la mayor parte (o toda) la FP será Dual. Y eso puede llevarnos a pensar que las empresas tendrán una implicación y una participación activa. Pero será preciso diseñar bien este punto. La empresas deben sentirse copartícipes de los contenidos y, especialmente, del aprendizaje práctico de las personas. Esa es la única forma de que se comprometan y de que, finalmente, la FP consiga el prestigio social que tan injusta y falazmente le negamos.

Por otro lado aún no se ha hablado de forma concreta ( o yo no lo he visto) del papel de la orientación en esta nueva FP (Actualización: Ahora ya sí se sabe cuál es el papel que jugará la orientación). Sí se ha hecho en ámbitos académicos, por ejemplo en los trabajos de los profesores Benito Echeverría Samanes y Pilar Martínez Clares, pero no tanto en en las ideas hasta ahora avanzadas desde el gobierno. Como decía, confío plenamente en que en la propuesta de la nueva Ley la orientación jugará un papel clave, como no puede ser de otra manera.

Es más, espero que sea un buen paso para entender la orientación laboral a lo largo de la vida, una orientación que encardine el ámbito educativo con el laboral y el desarrollo profesional. Una orientación en la que los departamentos de FOL puedan proponer y liderar propuestas de trabajo en equipo entre los centros, los distintos servicios de orientación públicos (Autonómicos, Entidades Locales) y las empresas.

La Orientación

Espero, por tanto, que tengamos una buena oportunidad para pasar a jugar ese papel más activo y de más valor que algunos llevamos tiempo reclamando. Por un lado ese rol clave de apoyo a las personas en su desarrollo profesional. Por otro, una esencial función de nexo entre entidades y sistemas. Y, finalmente, como uno de los interlocutores clave a la hora de evaluar y diseñar nuevas propuestas de actuación, tanto formativas como en las políticas de empleo. Una reclamación, la de que se nos escuche, que también es histórica. Cuando menos para algunos de nosotros que no hemos dejado de dar la tabarra con esto 😄

Además, espero que todo ello tenga un pequeño efecto boomerang y podamos superar un formato de orientación laboral basado en “cursos escasos”. He hablado varias veces sobre esta cuestión que hoy mismo me ha vuelto a venir a la cabeza tras conversar con una persona. Me dice que había dejado solicitados un buen número de cursos en el Servicio Público, cada cual más dispar y desde mi punto de vista sin posibilidades reales de que mejoren su empleabilidad. El caso es que, finalmente, le llaman para uno de esos cursos. Justo el que yo creo que menos le va a aportar y que se celebra a muchos kilómetros de distancia de donde vive, en otra provincia.

Problemas como este podemos solucionarlos con una buena orientación laboral pues esta es una de sus funciones. La orientación laboral puede y debe servir para ajustar la oferta formativa y las actividades de las políticas de empleo a las personas. Y viceversa.

Dejaremos para otro momento el por qué la oferta formativa no tiene en cuenta los resultados de orientación. Fundamentalmente porque este escrito se hace largo y solo tenía como objetivo comentar el nuevo escenario que se nos está abriendo para la Formación Profesional. Un nuevo marco muy esperanzador para la Formación Profesional y, como decía, para la orientación laboral. Mientras esto va cogiendo forma, desde la orientación laboral miles de profesionales de toda España, poco visibles y creo que no bien valorados, seguirán ayudando a las personas a enfrentar su futuro en un entorno incierto e inestable pues estamos convencidos de que en el hoy es donde hacemos las cosas para ese futuro.

Buenas noticias para la orientación laboral

Photo by Danielle MacInnes on Unsplash

No es este un espacio que funcione al dictado de la actualidad. Más bien todo lo contrario. Como blog personal de carácter profesional su objetivo no es otro que tratar temas fundamentalmente relacionados con el empleo, el desarrollo profesional, el mercado de trabajo y la propia orientación.

Creo que es la primera vez que escribo con el único motivo de celebrar una notica de actualidad. De la temática propia del blog, pero de actualidad al fin y al cabo. La noticia no estará completa hasta que se publique el correspondiente Real Decreto en el BOE pero me ha parecido suficientemente excepcional como para hacerme eco de la misma: Trabajo destina 550 millones a orientación laboral y crea el Centro de Orientación, Emprendimiento e Innovación para el Empleo.

La noticia en sí misma, una reforma que concibe los servicios de orientación en red, es magnífica. Pero, claro, lo que me ha parecido extraordinario es la segunda parte, la creación de un organismo (diecisiete pues parece que se dejará a la voluntad de cada Comunidad Autónoma) centrado en promover la orientación laboral y el acompañamiento a personas. Es, creo yo, la primera vez que vemos una propuesta sólida en este sentido, más allá de anuncios de contratación. Una propuesta integradora que busca consolidar y mejorar la práctica de la orientación laboral en el marco de las políticas de empleo. Yo hasta diría que es la primera vez que se reconoce el papel clave de la orientación laboral, cuando menos en los términos que aquí se expresan. De la misma forma que es la primera vez que se establece el emprendimiento o la necesidad de innovación como figuras clave a la hora de lograr un mínimo de efectividad con las políticas activas de empleo.

Una alegría

Pero, con todo, no son estas cosas las que me han llevado a pensar en la propuesta como algo excepcional. En realidad ha sido la reacción de mis compañeras. Desde el equipo de trabajo colaborativo de Comunidad Orienta, hasta las más próximas a mi práctica habitual, pasando por aquellas con las que solo mantengo cierto contacto en la red, en todos los casos la reacción ha sido de gran alegría.

Es verdad que muchos/muchas compañeros/as sufren de una gran precariedad (que se proyecta en el servicio que prestamos, como no puede ser de otra manera) y solo el hecho de anunciar un intento de combatirla es ya una noticia insólita tras años de trabajo y lucha. Pero la alegría ha venido, sobre todo, por ver en la creación del Centro de Orientación, Emprendimiento e Innovación, un reconocimiento tácito al papel clave de la orientación profesional frente al tradicional trabajo administrativo y burocrático. La orientación y las propias políticas de empleo, no solo son importantes y precisan de reconocimiento y respaldo económico, también necesitan de formación, de saber hacer y de innovación constante.

Esto es solo el principio, es cierto. En realidad serán las Comunidades Autónomas quienes deberán operativizar esta propuesta. Esperamos que la recojan con cariño y con implicación, asumiendo la misma idea: la clave para mejorar lo que hacemos en las políticas activas de empleo pasa por la orientación laboral, por la gestión de los recursos desde la orientación y por la propuesta constante de innovación en esta práctica.

Algunos problemas

También es verdad que no todo son alegrías. Aún convivimos con muchos males. Hay demasiadas personas que todavía piensan en las políticas activas y en la orientación laboral en términos burocráticos y no de servicio. La justificación (de los propios programas, del dinero invertido o del propio puesto de alguien) parece a veces la protagonista en un contexto excesivamente rígido.

En nuestra práctica diaria hay muchas cosas a modificar. Así, a bote pronto, se me ocurren unas cuantas que en el día a día deberían modificarse: Redefinir en la práctica la mejora de empleo que, a pesar del aumento de las jornadas parciales no deseadas, no permite participar en actividades; Repensar en qué medida participar en un proyecto debe impedir hacerlo en otro; Definir de forma clara el papel de las empresas en las políticas activas y lograr su implicación en las mismas; De la misma forma, definir de manera clara los servicios que el Servicio Público de Empleo puede ofertar a quien quiere emprender; Ofertar formación básica y facilidades de acceso a competencias digitales, entre otras cosas porque les pedimos a las personas que las pongan en práctica; Y hay otras pero harían larga la lista.

Todas estas cosas ocurren en el marco de prácticas y formas de hacer que van a “piñón fijo”, impermeables a lo que sucede en nuestro entorno. Mientras, en ese entorno, contemplamos el éxito de prácticas innovadoras que de ninguna manera se incorporan al servicio público (quizá el ejemplo más evidente es el de las Lanzaderas de Empleo). Y, claro, resulta obvio que esto no puede seguir sucediendo. De ahí que la propuesta de innovación con la mención específica a buenas prácticas resulte especialmente motivadora.

Con todo es muy posible que algunas personas echen de menos cuestiones clave en la propuesta. Y creo que tendrán razón. Por lo que hemos visto no se mencionan las herramientas de perfilado, ni el papel específico de las empresas en las políticas activas. Tampoco la digitalización o ese siempre espinoso tema de la intermediación y el tratamiento de las ofertas de empleo. Esperemos que el desarrollo Del Real Decreto y el propio organismo a crear pueda completar aspectos como estos. Incluso que pueda contribuir a que gastemos el dinero que tenemos para combatir nuestro principal problema (Covid aparte), lo que no siempre sucede.

Acabe siendo así o no, el anuncio es un primer paso muy positivo. Una gran noticia que los que trabajamos en esto celebramos, no solo porque esperamos que contribuya en positivo a mejorar nuestra propia situación sino porque, obviamente, estamos convencidos de que servirá para mejorar la eficacia y la eficiencia de los servicios que prestamos y de las Políticas Activas de Empleo en general.

Orientación laboral, empleo e inclusión digital

Marcela Jaramillo Bajo licencia Creative Commons

Lectura, escritura y competencias digitales

La inclusión digital, tanto desde la perspectiva de empleo como en términos generales, es una cuestión que me preocupa de forma especial. Desde mi punto de vista carecer de competencias digitales provoca la misma exclusión que en su momento marcaba el hecho de saber leer y escribir.

Cualquiera se da cuenta de lo que entonces suponía (también ahora), saber leer y escribir. Durante todo el siglo XX ( y aún en nuestros días en muchos lugares del mundo y en nuestro entorno) no saber leer y escribir era una condena absoluta. Una condena en términos de empleo, en términos de desarrollo personal y fundamentalmente para el ejercicio de los derechos más básicos. Quien no sabe leer y escribir, incluso quien no sabe interpretar lo leído o expresarse mínimamente, tiene menos oportunidades y es fácilmente manipulable.

Estas cuestiones nos resultan hoy en día obvias. Pues bien, llevadas a las competencias digitales son prácticamente las mismas. Aunque sigue habiendo muchas personas que no lo reconocen así, la realidad, especialmente tras el impacto del Covid, nos muestra que no poder acceder a internet o no saber cómo hacerlo, nos deja fuera del ejercicio de derechos y nos convierte en más manipulables.

Empleo y digitalización

En el terreno del empleo esto también es una obviedad. Los procesos de selección han venido digitalizándose poco a poco para acabar haciéndolo de repente tras el confinamiento. Un fenómeno repentino que ha provocado que muchas personas se encuentren de un día para otro fuera de las posibilidades de búsqueda de empleo. 

Hasta ahora aún quedaban algunos lugares a los que acudir con un CV en papel. Alguna que otra ETT aún lo recogía haciéndote firmar un documento sobre datos personales. Algún que otro comercio o pequeño negocio también lo recogía. Incluso había quien afirmaba que lo mejor es “poder hablar y conocernos en persona”. Todos esos resquicios que el mercado laboral dejaba, fundamentalmente en el ámbito del empleo poco cualificado, han desaparecido. Hoy esas situaciones son anécdotas, opciones que prácticamente no existen.

Desde la orientación laboral llevamos mucho tiempo enfrentándonos a esta realidad, a la de personas que no pueden y/o no saben sobrevivir a este escenario de búsqueda de empleo. Las acompañamos tratando de aportar en todo lo relacionado con lo digital, tanto en nuestros talleres como de forma individual. De hecho hay algunas propuestas muy destacables. Pero, con todo, creo que será necesario poner en marcha medidas que permitan incorporar a las personas a la sociedad digital lo más rápidamente posible.

Propuestas

En esta linea hace ya mucho tiempo que vengo proponiendo tres medidas concretas. Van desde el ámbito propio de las políticas de empleo hasta un punto de vista más generalista o social:

1º) Todos los programas de empleo y orientación deben contar con contenidos digitales.

Contenido digital no solo es que podamos dar nuestros servicios online. De lo que se trata es de que cada persona pueda avanzar en sus competencias digitales en la medida en que participa en un programa de empleo o utiliza un servicio de orientación laboral. En unos casos, el objetivo será que salga del proceso con un correo electrónico o que salga sabiendo gestionar el que ya tenía. En otros será que utilice un Excel o un procesador de textos en su propia búsqueda de empleo. En muchos otros casos que nos sumemos al manejo de información en la nube y que contemos con una identidad digital. Es decir, los contenidos digitales en la práctica de la orientación laboral significan mejorar o completar las competencias digitales de cada persona según su situación y necesidades.

2º) En todos los programas deben incorporarse posibilidades de acceso a la red.

Esto pude hacerse mediante una dotación física (un aula o espacio similar con wifi) o facilitando tarjetas de datos de prepago, pagando wifi…

La cuestión del acceso desde un lugar físico se ha complicado bastante por el impacto de la pandemia. Estamos obligados a ofrecer servicios de acceso físico con una serie de condiciones que antes no eran del todo precisas: condiciones de amplitud, de distancia de seguridad y de ventilación. En cualquier caso, aún es posible que espacios de acceso físico puedan resultar de utilidad a muchas personas.

La otra alternativa, la de ofrecer pagos de wifi o tarjetas para dispositivos o incluso los dispositivos en términos de préstamo, parecen más válidas y necesarias en este momento

Cuando comento estas opciones hay quien piensa de inmediato en el coste. Pero esta no es una variable importante. Primero porque el coste de la falta de inclusión digital o el de que la pandemia siga impactando porque necesitemos actividades presenciales es infinitamente mayor. Segundo, porque en los proyectos de formación no es nada raro que se gaste dinero en blocs, bolígrafos, carpetas y otros elementos publicitarios como paraguas. Sí, parece increíble, pero esto sigue sucediendo.

3º) El acceso a la red debe considerarse como un derecho fundamental.

De esta forma, tal y como entendemos la vivienda, la educación o el trabajo, podemos pedir a la administración políticas que faciliten el derecho a la red de los ciudadanos. Y voy más allá. Todos los edificios, barrios, parroquias o en la dimensión que quiera considerarse, deben contar con posibilidad de acceso wifi gratuito. Si yo en mi vivienda quiero pagar por ese servicio o por uno mejor, podría hacerlo. Pero todo el mundo debería tener posibilidad de acceso wifi gratuito en cualquier vivienda, sea en el rural o en una ciudad.

Pueden hacerse más propuestas pero estas me parecen fundamentales. No podemos hablar de empleo si no hablamos de inclusión, y en este momento de inclusión digital. Es también nuestra obligación, creo yo, contribuir desde la orientación laboral y la promoción del empleo a generar una sociedad más inclusiva y menos desigual.