Arquivos da etiqueta: Job

Fallen Leaves: Precariedad y cansancio

De todo lo que vi en 2023 de pelis, series o documentales lo que más me gustó lo vi el día 31, el último día del año. Sí, ese día fui al cine. Allí estábamos cuatro personas de aforo total para ver Fallen Leaves.

Es una fantástica película que habla de muchísimas cosas (adicciones, soledad, violencia, género…) de forma concreta y clara. Y, como es obvio dada la temática de este espacio, el trabajo juega un papel clave en la película. De hecho no oculta su conexión con Tiempos Modernos de Chaplin, algo que queda bien claro en la escena final.

Pero la película es contemporánea y muestra este mundo que nos ha tocado vivir en el que el trabajo no es garantía de prosperidad. Un mundo y un mercado laboral que millones de personas sufren con consecuencias desastrosas para sus vidas. Personas que pasan de un trabajo precario a otro sin ninguna mejora en ningún aspecto, sufriendo humillaciones e injusticias en cada experiencia. De esto va un poco (de más cosas, ya digo…) esta fantástica película, de vidas atrapadas en la precariedad, en empleos que no sirven para salir de la pobreza y la soledad.

Refiere una realidad que golpea a millones de personas. El informe de la Comisión de Expertos/as sobre precariedad laboral y salud mental (tremendamente recomendable si te interesa el tema) creada por el Gobierno, cifra en 11,9 millones el número de personas afectadas por la precariedad en España. Entre ellas yo mencionaría especialmente a las personas pobres porque un tercio de las personas que son pobres están trabajando.

En el cuadro el porcentaje de colectivos afectados por la precariedad del total que señala el informe 👇

En los servicios de orientación laboral vemos muchas de estas situaciones. Es verdad que en los servicios sociales verán más, pero quienes trabajamos en servicios de empleo observamos una gran cantidad de personas atrapadas en ese ciclo de la precariedad y la urgencia por un nuevo trabajo que le permita continuar con un techo y alimento para si mismo/a y para su familia. Y vemos a esos jóvenes que enfrentan un futuro que, tal y como nos dicen los datos, está y estará marcado por la precariedad.

Y también observamos su cansancio, su hartazgo, su rabia, su desánimo, su apatía o su indiferencia, dependiendo del caso y del momento. Yo diría que el cansancio y el hartazgo se van haciendo cada vez más presentes pues para muchas personas (muchas) los años pasan sin poder concretar un mínimo proyecto vital. Años pasando por infinidad de ofertas, procesos de selección y empleos con condiciones que minan tu moral, tu ánimo y tu autoestima. Se trata de todo un proceso que, como decía, no solo no te permite realizar un mínimo proyecto vital, sino que tampoco te deja tener una perspectiva a medio plazo. Es más, la sensación más real es que vas quedándote atrapado/a en la precariedad sin ninguna posibilidad de desarrollo profesional o personal.

Y sí, resulta muy complicado escapar a estos empleos, algunos de los cuales ni compensan económicamente.

¿ DE QUÉ EMPLEOS HABLAMOS ?

Cuando pensamos en empleos precarios algunos sectores o actividades nos viene a la mente de forma recurrente como el de los cuidados, la hostelería o la agricultura. Y en mi práctica es lo que más habitualmente me encuentro. Ofertas a tiempo parcial de camarero/a, dependiente/a, camarero/a de pisos, vendimia… en horarios incompatibles (y muchas veces con trampa) con cualquier responsabilidad que uno/una tenga, que exigen transporte o coche y que económicamente son, sencillamente, inaceptables. No compensan.

A estos trabajos que hemos considerado tradicionalmente con una alta precariedad se han sumado en los últimos años los de reparto, los de algunas industrias y empresas de distribución y muchas otras profesiones que antes ofrecían otras perspectivas. Y es que la precariedad avanza y nunca deja de sorprender.

En mi caso estos días he visto una empresa tan preocupada por la salud de sus trabajadores que les obliga a estar en continuo movimiento. Ya se sabe lo saludable que es andar 10.000 pasos al día… pero andar 45.000 no lo es tanto. Y esto es lo que acaban haciendo en cada jornada laboral los trabajadores de esta empresa.

Ese continuo movimiento les lleva a jornadas en las que recorren sobre 30 Km diarios resolviendo todo tipo de problemas a cambio del Salario Mínimo Interprofesional. Y no se trata de puestos deportivos. Es un trabajo en un centro comercial. Un trabajo de esos sin funciones concretas pero con muchas a la vez. De esos que se valoran poco en la propia empresa (como digo, está mal pagado) pero de los que a mí me parece que son claves para que todo funcione. De hecho me parece un trabajo de bastante responsabilidad que puede tener consecuencias directas en la seguridad de los clientes y en el funcionamiento de todos los servicios de un centro comercial.

Se trata de uno de esos empleos que en la pandemia salimos a aplaudir como los de los sanitarios, el personal de limpieza o quienes cuidan de otras personas. Esos empleos de los que, dijimos, habíamos tomado conciencia de su importancia clave (también cajeras y personal de distribución a quienes enviamos a la linea del frente en los meses de confinamiento). Esos empleos vuelven hoy a su precariedad habitual y a su artificial infravalorización social y económica.

EMPLEOS A TIEMPO PARCIAL

Hablando de empleos que no compensan económicamente no podemos dejar de mencionar los empleos por horas o en jornadas parciales. Trabajar unas horas al día o en fines de semana son ofertas habituales en hostelería, pero también en comercio o en hoteles. Empleos que te impiden mejorar tu vida (formarte, por ejemplo) o atender tus responsabilidades familiares, que muchas veces están lejos de tu domicilio, y tampoco te permiten hacer frente a los gastos o necesidades económicas.

Es verdad que en España no tenemos el infame contrato de 0 horas que padecen los británicos o los finlandeses (los de la película) pero somos el tercer país de Europa con más jornadas parciales no deseadas y, como es habitual en los datos negativos, la mayoría mujeres, que son las que más sufren la precariedad y la desigualdad.

Si os interesa el tema de la precariedad y, en general, del trabajo en nuestros días, no os perdáis la película. Y si no os interesa, de todas formas no os la perdáis, son 80 minutos de una bonita historia contada como el cine de antes, con mucha imagen y pocas palabras, no como este post que ya tiene demasiadas 😄

Hacia donde apuntan las nuevas herramientas y servicios en la búsqueda de empleo: El impacto de la algoritmia generativa.

Durante las últimas semanas he estado compartiendo en redes nuevos servicios relacionados con la búsqueda de empleo que utilizan la mal llamada IA (creo que el mejor denominador es Machine Learning, pero como sigue siendo un anglicismo, quizá es mejor algoritmia generativa). Se trata de plataformas a las que llego por prensa y medios online, fundamentalmente de USA y Canada, utilizando herramientas como Refind o Artifact que me ayudan a contar con contenido relevante y personalizado sobre temas que me interesan.

De estas nuevas aplicaciones me ha sorprendido su capacidad y su precio. Con lo primero, con el volumen, me refiero al número de respuestas a ofertas de empleo o el número de CV’s que te permiten realizar. En lo que refiere al precio, lo señalo porque me han parecido plataformas caras, aunque es verdad que esto siempre depende de para quién y de lo que realmente se consiga. A mí, teniendo en cuenta que soy bastante tacañete para algunas cosas y que los servicios que ofrecen no garantizan resultados, me han parecido, como decía, algo caros.

Lo que sí es cierto es que estamos ante herramientas que pueden ahorrarnos mucho tiempo y hacer nuestra búsqueda más eficaz. Y por eso las comento. Por eso y, fundamentalmente, porque aunque no han llegado a nuestro mercado (son todas de USA) llegarán, bajo estas marcas u otras, con servicios similares y seguramente más completos. Y espero que más baratos. Vamos con ellas:

Sonara. En su plan más barato, tras cuatro días de prueba gratuita, ofrece 90 respuestas a ofertas de empleo, 10 de las cuales te las envían ellos mismos por 10$ mensuales. Primero delimitas tus preferencias en función de tu perfil (puestos, años de experiencia, lugar dónde buscas, trabajo en remoto…) y ya te muestra lo que llaman Your Job Queue, una lista con empleos acorde a las preferencias marcadas.

Massive. Como la anterior, al empezar te hace una serie de preguntas a modo de perfil básico: el empleo que buscas (puestos, ámbitos, actividades…), años de experiencia, tus habilidades, el salario que buscas… y te muestra ofertas acordes a esos criterios. Cobra 39$ al mes por responder a 50 ofertas por semana.

LazyApply. Es quizá la más parecida al entorno que conocemos de Chat GPT y en la que más he avanzado pues permite darse de alta de forma muy fácil con la cuenta de Gmail. A partir de ahí, de ver cómo funciona, es necesario pagar un plan. En este caso el más barato de 99$ y el más caro de 249$, ambos anuales. En realidad este más caro (carísimo) es el que merece la pena pues permite responder a miles de ofertas de empleo sin ningún limite y hacerlo con hasta 10 CV’s diferentes.

Como decía, estas propuestas me parecen caras y, si me apuro, aún poco desarrolladas en cuanto a los servicios que pueden llagar a ofrecerse utilizando algoritmos generativos, aunque es verdad que no solo ofrecen la posibilidad de segmentar ofertas y hacértelas llegar. También ayudan a adaptar las respuestas y, por tanto, se supone que a la mejora de resultados.

Pero, con todo, mi sensación es que estos nuevos servicios de búsqueda de empleo son muy incipientes y están lejos de lo que pueden llegar a ofrecer y de lo que ya se está ofreciendo en otros ámbitos. Me refiero a estas plataformas de intermediación concretamente pues otros recursos como Ramped, que ayuda a generar CV’s, cartas de presentación o a preparar entrevistas para este nuevo entorno, sí me parecen muy completos y útiles.

Estos días, además de interesarme por estas nuevas opciones en el ámbito del empleo, he asistido a conferencias sobre herramientas de IA y me he animado a probar otras posibilidades como Leo de Brave (un asistente virtual que me gusta mucho, es muy fácil y responde a todo de forma precisa), Copilot (de Microsoft, con la que está generada la imagen de arriba), ChatPDF (Impresionan sus posibilidades para analizar o resumir PDF’s) e incluso Heygen que sirve para generar video y avatares (aquí no he llegado a tanto 😉).

Mi conclusión es que las propuestas de las nuevas plataformas de empleo con algoritmia generativa todavía tienen muchas posibilidades de mejorar y de ampliar su oferta en este escenario. Y, en general, nos queda mucho por aprender para utilizar todas las posibilidades que nos trae la nueva algoritmia, de la misma forma que nos queda mucho por aprender en lo que refiere a qué consecuencias tiene usarlas en sus versiones gratuitas o en lo que la regulación debe suponer en un buen número de cuestiones.

En fin, todo un mundo por descubrir que va a cambiar (que está cambiando) la red y los servicios digitales tal y como los entendíamos hasta ahora. Y el mundo del empleo no va ser menos. De hecho va a cambiar el cómo trabajamos, el cómo buscamos empleo e incluso nuestra propia relación con el trabajo como concepto. Aunque sí, esto es solo una opinión que, ya sabemos, todos tenemos una…

Para acabar y no enrollarme más, mencionar una herramienta diferente que tiene mucho más que ver con el ejercicio profesional de la orientación: Coach, el mejor orientador IA del mundo. Así es como se anuncia.

Su propuesta ofrece asesoramiento 24/7 para el desarrollo de la carrera profesional, es decir, lo que aquí llamaríamos orientación laboral:

<< Coach es la plataforma definitiva de preparación para la carrera profesional, diseñada para todos: estudiantes, personas que buscan empleo y personas que cambian de carrera por igual. Coach ayuda a las personas a navegar por su viaje de preparación profesional a través de actividades como preguntas y respuestas centradas en la carrera, simulacros de entrevistas, revisión del currículum, evaluaciones profesionales y mucho más >>

Como se puede ver, las nuevas opciones que se nos anunciaban con la irrupción de la mal llamada IA en la búsqueda de empleo ya están aquí. Habrá que estar atentos porque, ya se sabe, adaptarse o morir.

Empleo, desempleo y salud mental

A menudo la salud mental de las personas sin trabajo es peor que la de la gente que lo tiene.

Brendan Bruchel Burchell. Universidad de Cambridge

La afirmación del encabezado la hace Brendal Bruchel en el documental Agotados, equilibrio entre el trabajo y la vida (gracias por enviármelo Cèlia Hil). Dice que quienes no trabajan echan de menos la rutina y compartir objetivos con otras personas.

Obviamente el trabajo ha jugado siempre un papel importante en cuanto a lo que aporta a nuestra estabilidad emocional. Afecta directamente a la valoración que hacemos de nosotros mismos, a nuestra motivación vital y al reconocimiento social que recibimos. Y lo que aporta a personas con algún tipo de enfermedad mental tiene a veces un valor incalculable.

Salud mental y desempleo

En esta linea, Brenda Bruchel afirma que la peor salud mental de quienes no trabajan se debe a que echan de menos rutinas laborales y objetivos compartidos. Y no seré yo quien se lo niegue pero creo que mientras el trabajo sea la única forma de subsistir, las consecuencias de no tener empleo en la salud mental (ansiedad, depresión, sueño…) pueden pensarse como inevitables sin echar nada de menos.

En este sentido solo un cambio en el concepto del trabajo y en el papel que juega el empleo en nuestras vidas hará que el impacto negativo del desempleo en la salud mental sea menor. Es aquí donde el concepto de Renta Básica, con resultados positivos en cualquier lugar que se pone en marcha, va más allá de la propia prestación económica y aún deberá desarrollarse mucho más, a mayores de que nuestro IMV llegue a todas las personas que lo precisan que aún no es el caso.

Esa evolución en el concepto de Renta Básica y en el papel de trabajo deberá garantizar una mayor participación social de quien no trabaja. Y, con ello, un mayor reconocimiento y consideración de la persona independientemente de si tiene trabajo o no.

Hoy, claro está, esto no es así. La salud mental de las personas desempleadas también se ve afectada por esa consideración social que damos al trabajo. Hoy no tener trabajo sigue siendo un estigma. De esa forma lo vive quien está desempleado/a. Lo vive así porque ha sido educado/a en esta idea que considera a las personas por su utilidad y porque los demás nos encargamos de recordárselo, de hacérselo saber y sentir.

Es evidente que no todos vivimos el desempleo de la misma forma pero, en general, el estigma está siempre presente. Así me lo transmiten a mí las personas en desempleo con las que trabajo, especialmente cuando lo hago con grupos que llevan mucho tiempo en esa situación pues, a pesar de la mejoría, en España sigue habiendo 1,22 millones de personas que llevan más de un año sin trabajar.

El estigma empieza en nuestro entorno más inmediato. La familia nos señala que es culpa nuestra o que no valemos o que no hacemos nada por modificar la situación. Y esto es muy fácil de interiorizar. Cualquiera que haya estado en una situación así sabe que tu opinión deja de tener el peso que tenía en las reuniones familiares y la infravaloración se convierte en una sensación permanente. Eres la que no trabaja.

Con todo, en estos momentos la situación no parece mucho mejor si nos referimos a las personas que trabajan. Existe una alarma creciente en cuanto a las consecuencias de la actividad laboral en la salud mental. Es decir, parece que la salud mental también se deteriora en el trabajo. No sé si será porque esas rutinas y esos objetivos a los que refiere Brenda Bruchel son impuestos y no asumidos como compartidos con otros.

Salud mental y trabajo

Pero no debe ser solo por eso. El fenómeno del deterioro de la salud mental en el trabajo parece tener múltiples razones, desde la precariedad a los entornos laborales ineficientes en los que seguimos sintiendo que no somos valorados ni tratados como personas.

La falta de comunicación, la falta de participación en la toma de decisiones, la falta de gestión de personas, horarios imposibles, gritos, clima viciado en equipos mal gestionados, por no hablar de prácticas de intimidación, de acoso e infravaloración, son cuestiones presentes en la vida de las personas que trabajan. Así que sí, parece que existe una relación directa entre entorno de trabajo y salud mental. De hecho, parece un problema de dimensiones mundiales.

Se trata de un problema aún poco estudiado pero que empieza a mostrar su enorme dimensión, especialmente en lo que refiere a la relación entre precariedad laboral y salud mental.

¿ Qué hacer ?

Como ya he señalado, creo que redefinir nuestra relación con el trabajo es imprescindible, algo que precisa de un esfuerzo individual y de medidas desde administraciones, empresas y organizaciones.

Ya en los años 30 Keynes, vinculó el progreso tecnológico a la posibilidad de liberar al menos parcialmente a la humanidad de su carga más antigua y natural, el trabajo. Y ahora parece que debemos hacer frente a qué es el trabajo, cómo debemos realizarlo, en qué entorno y con qué balance vital. Aunque trabajamos para ganarnos la vida, no porque nos haga felices, precisamos que ese trabajo que realizamos tenga consecuencias positivas, en el desempeño concreto, en nuestras vidas y en las de los demás.

Por la contra, según un reciente estudio de Gallup, solo el 33% de los empleados están satisfechos con su bienestar general. La mayoría diría que no encuentran su trabajo significativo, no creen que sus vidas vayan bien o no se sienten esperanzados sobre su futuro, y solo el 21% de los empleados están comprometidos con su trabajo. La inmensa mayoría viven para el fin de semana, para mirar el reloj o por la única y exclusiva recompensa de la paga.

Si mejorar la salud mental de las personas en desempleo pasa por cambios en muchos de nuestros conceptos además de por entender bien el papel que juega el trabajo y las oportunidades de ejercerlo (no podemos olvidar que la situación de pleno empleo está lejos de existir en países como España y para un gran número de personas en el mundo trabajar no depende de ellas), mejorar la salud mental de quienes trabajan es, si cabe, un reto mayor: Implica cambios importantes por parte de las personas y de las organizaciones.

Por un lado precisamos que las empresas vean que la salud mental tiene efectos positivos para todos y hablen de la gestión de personas de forma integral, no solo como trabajadores. Y esto no quiere decir que tengan que implementarse medidas especiales o que tengamos que ser divertidos. Todo lo contrario. Significa que el trabajo debe permitirnos prosperar y que es preciso ir más allá del concepto reduccionista de persona útil. Las empresas deben facilitar que comprendamos el sentido de lo que hacemos, mejoremos nuestro desempeño y resultados, el de cada uno/una y el de nuestros equipos. Hablamos de cuestiones clave para aumentar el compromiso.

Por último, nosotros, como personas, tenemos mucho por hacer. Es obvio que la organización tiene la clave, el peso y la responsabilidad de definir y gestionar la cultura corporativa y el clima laboral. Pero no somos invitados de piedra. Nuestros comportamientos con los demás, nuestra actitud en el trabajo es también clave. Y por ahora me parece que aún nos falta mucho para entender que debemos centrarnos en lo que podemos aportar, en lo que podemos mejorar, y no en lo que los demás hacen o dejan de hacer. Como bien dice Alfonso Alcántara, los tóxicos siempre son los demás. Solo con que seamos capaces de cambiar esa idea y centrarnos en lo que cada uno/una podemos hacer y aportar, habremos contribuido mucho al bienestar y a la salud mental de nuestro equipo, de nuestra organización y del mundo en general.