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Desempleo juvenil, más medidas para combatirlo

Mi primer empleo se desarrolló en el marco de un programa del Gobierno que pretendía garantizar el relevo generacional cualificado en el sector naval. Durante un año me formé y trabajé como calderero en los astilleros junto con otros jóvenes que empezaron a convertirse en soldadores, mecánicos, tuberos… pero sobre todo, empezaron a convertirse en profesionales de algo, cambiaron por primera vez su entorno habitual por el entorno de un centro de trabajo.

Aquella iniciativa no era más que uno de esos puentes que ahora tratamos de impulsar pero que no parecen suficientes. A mi me gusta llamarles así, puentes, aunque son más habituales expresiones como programas de transición de la escuela al trabajo o programas de transición a la vida activa.

La mayoría de estos programas giran en torno a la formación en el puesto de trabajo de una u otra manera. Y es que las bondades de la formación en la realidad de la actividad laboral parecen obvias. Nada puede dar una capacitación tan actualizada y adaptada a las necesidades de las empresas como el aprendizaje en entornos profesionales.

Y de esta idea también está convencido el Comité Económico y Social Europeo que el pasado año publicó un informe a tener muy en cuenta a la hora de pensar el problema que enfrentamos y las soluciones que podemos poner en marcha.

Precisamente por las dimensiones del problema no parece que la apuesta por la formación dual o experiencias similares vaya a ser suficiente.

Es muy necesario que las personas más jóvenes puedan adquirir las competencias profesionales en entornos empresariales, en la economía real. Pero también son necesarias otras propuestas que cambien la forma en la que las organizaciones pueden acercarse al talento, al saber hacer de las personas más jóvenes. Y deberíamos ser capaces de establecer estos otros puentes, hoy más necesarios que nunca.

En este mismo documento se mencionan un buen número de prácticas y proyectos que parecen dar resultado en otros territorios y que bien podrían impulsarse en escenarios como el nuestro.

En el informe del Cese hay numerosas, heterogéneas e interesantísimas prácticas y propuestas. Personalmente me gustan mucho las ideas que tratan de generar espacios para conocerse, interactuar y generar oportunidades. En concreto experiencias como las de participación local austríacas parecen realmente interesantes.

Allí las Implacementstiftungen del servicio austriaco de empleo, reúnen a las empresas que no pueden cubrir sus necesidades de personal y a los solicitantes de empleo que carecen de una parte de la formación necesaria para un puesto específico. Los costes de formación y subsistencia se dividen entre el servicio de empleo y las empresas. Las evaluaciones han mostrado que, tres meses después de participar en el proyecto, alrededor del 75 % de los participantes obtienen empleo”.

No es la primera vez que hablo sobre esto. De hecho es un tema que me gusta mencionar. Me refiero a la generación de espacios para conocerse, para cooperar y para solucionar problemas con la participación conjunta. Espacios para conversar con fines y objetivos concretos.

Hay muchos otros ejemplos de cómo la generación de espacios para conversar y activar se han mostrado útiles. También en España aunque limitados a iniciativas privadas o en el marco de proyectos. En otros países como UK,  en Brighton concretamente (de un periodico local es la foto de la cabecera) crearon espacios con formación específica para generar oportunidades de autoempleo justo después del impacto de la crisis. El Jobcenterplus de la ciudad señala esta actividad como la que más resultados les dio. Eso si, a pesar del titular no es oro todo lo que reluce y la situación de las personas inmigrantes en la ciudad no es precisamente ideal. Los españoles se alían para hacerle frente.

Hasta hace unas décadas las empresas entendían el necesario rejuvenecimiento de las plantillas. Y esto no solo garantizaba una continuidad en la disponibilidad de trabajadores cualificados, también ejercía una función social realmente importante. Hoy nos encontramos con un mercado mundial en el que, según los datos de Manpower, sólo un 25% de las empresas de todo el mundo incorporan mujeres, jóvenes o mayores de 55 años.

Deberíamos esforzarnos por cambiar esto y elevar de forma exponencial los intentos por aportar nuevas propuestas que contribuyan a ello. Algunas de la prácticas que figuran en el informe del Cese son un buen punto de partida.

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