Avances en las políticas activas de empleo y cuestiones que aún podríamos mejorar

Desde 2023 hasta el final del extinto 2024 se han producido muchos cambios en las Políticas Activas de Empleo. Creo que la mayoría muy en positivo.

Muchos de esos cambios se derivan de la última Ley de Empleo y otros se han producido en ámbitos que aunque no son específicamente políticas activas de empleo, están directamente relacionados con el mercado laboral.

La Formación Profesional para el empleo forma ya parte de la FP en todos los sentidos (Ley que, por cierto, en algunas propuestas como la Estrategia General de Orientación, va retrasada), se ha mejorado el contrato de formación que juega un papel más acorde a su objetivo, se han multiplicado las opciones no presenciales en la formación, existe una amplia oferta de formación en competencias digitales… Y ya recientemente otro cambio de los grandes: la nueva normativa de los subsidios con importantes modificaciones.

Entiendo que todos esos cambios tendrán cuestiones siempre sujetas a opinión o directamente mejorables pero, a mi modo de ver, creo que asistimos a avances positivos en las políticas de empleo. También en servicios como la orientación laboral, clave para que todo funcione, o en la intermediación, que cuenta con una nueva definición más completa y en la que ya hay propuestas de mejora tan interesantes como el empleo inteligente (Emi), la #IA de intermediación y perfilado de Galicia.

En cualquier caso en mi práctica habitual sigue habiendo aspectos que pueden mejorarse. Además, la propia dinámica de cambio en la sociedad nos obliga a repensar las políticas de empleo de forma permanente, haciendo propuestas de mejora y adaptación a las nuevas realidades.

Un buen ejemplo de entidad que constantemente está pensando y repensando en este ámbito de las políticas de empleo es la Fundación Ergón. En su caso sus interesantes propuestas tratan de dar respuesta a cuestiones como la IA o a la necesidad de ofertar nuevos servicios y contenidos más adaptados y singularizados.

En mi caso, más modesto y particular, voy a señalar solo cuatro cuestiones que creo podrían mejorarse porque afectan negativamente a quien participa en programas de empleo. Y si la palabra no es mejorarse al menos pensarse o, como me gusta decir, darle una vuelta.

Porque siempre es posible mejorar e innovar. E Igual que se anuncian reformas como los compromisos de actividad para todo los demandantes, también se puede pensar en reformar lo que ofrecemos para ese compromiso y cómo lo hacemos. (Por cierto, lo mismo se están planteando en Gran Bretaña, pero allí hay más estudios y evidencias de cómo funcionan las prestaciones y de quiénes son y cómo se comportan las personas que demandan empleo)

Cuatro cuestiones que pueden mejorarse

1. Las respuestas específicas que damos a las personas de más de 45 años y al desempleo de larga duración. Hablamos de colectivos habitualmente preferentes en las Políticas Activas de Empleo pero no contamos con medidas especificas suficientes para la dimensión del problema.

La mitad de las personas en desempleo en donde vivo, en Galicia, llevan un año o más en esa situación. El 44,59% de las personas desempleadas en España tiene más de 45 años. En mi provincia 3 de cada 4 personas desempleadas de larga duración tiene más de 45 años. ¿ Qué más se puede decir ? El edadismo es el elefante en la habitación de las políticas activas de empleo.

2. Posibilidad de cambio de un programa de empleo a otro. Esta es una cuestión complicada con la que sé que muchas compañeras no coinciden. Obviamente todo el mundo entiende que debe haber un compromiso para cumplir un programa, especialmente los que conllevan una contratación y un programa formativo a completar. Pero hay otros que no implican contratación y, claro, cuando se me presenta una opción mejor para mí y para mis posibilidades de empleo futuro ¿ Por qué no voy a poder irme a otro programa ? ¿ En base a qué criterio se me coarta mi derecho a elegir ? ¿ En base a la financiación ?

Efectivamente hablo de programas concretos en los que el compromiso acaba resultando una condena, no de los mencionados programas de formación y/o contratación.

Así si uno/una está en un programa de este tipo, aunque hayan pasado dos meses y el programa no le haya ni llamado (caso real) y te surge una opción de realizar un curso que te va a aportar más en tu desarrollo profesional no podrás hacerlo (en el mejor de los casos dependerá de su oficina de empleo). ¿ Por qué no puedo hacerlo ?

3. Los colectivos a los que nos dirigimos y los servicios que les ofrecemos. Bueno, no sé si con este titulo queda claro lo que quiero decir. Me refiero a que en los programas de empleo se especifican una serie de colectivos (personas desempleadas de larga duración, mujeres, menores de alguna edad, víctimas de violencia machista, discriminación por orientación sexual, discapacidad…) pero a veces se hace de forma automática sin mayor previsión de lo que eso puede suponer. Me refiero a que si en un programa habrá uno (o varios) colectivos concretos que precisan de recursos específicos será necesario contar con esos recursos. Es decir, si en el programa van a participar mujeres víctimas de violencia o personas con una discapacidad determinada, en ese programa deberá haber personal técnico con conocimientos sobre el tema o en su caso habrá que contar con recurrir al apoyo de entidades y organismos que trabajen en estos temas específicos. Las personas en cada una de esas situaciones precisan de apoyos bien distintos y es necesario tenerlo en cuenta para lograr la mayor efectividad del programa.

Ah ! Y también precisamos darle una vuelta a lo que consideramos en cada colectivo. Estos días me han dicho que un chico de 22 años con solo la ESO no es un joven con baja cualificación. Y sí, hasta ahora, debido a la tradicional falta de definición y concreción de algunos colectivos, podía entenderse que nos referimos solo a jóvenes que no han completado la ESO o carecen de formación profesional o experiencia laboral relevante. En mí opinión la Estrategia Española para el Empleo (la actual 2021-2024) perdió una buena oportunidad para concretar esto. Esperemos que en la próxima…

Pero, la verdad, a día de hoy cuesta considerar que un joven con la Eso no es una persona de baja cualificación. Una definición más actual, y la que yo creo que debería tenerse en cuenta en los programas de empleo, es que los desempleados de baja cualificación son aquellas personas que no han alcanzado los estudios correspondientes al título de Bachillerato o Ciclo Formativo de Grado Medio. El mismo Sepe define así a los jóvenes de baja cualificación en la normativa de bonificaciones a la contratación.

Y más allá de la normativa concreta, es que nuestro principal problema en relación con el desempleo es ese, el de la baja cualificación. En mi provincia el 62% de las personas en desempleo tiene la ESO o menos. Si añadimos el bachillerato, que no define laboralmente, se va al 71%. Es obvio que ahí es dónde hay que atacar desde las políticas de empleo.

Y más en el caso de los jóvenes, especialmente en este momento en el que la dicotomía de formación entre los jóvenes es uno de nuestros problemas: El 52% de los jóvenes tiene un título superior mientras seguimos siendo el país con más Ninis de Europa en el que un 26% de jóvenes no sigue estudiando tras la ESO.

4. La forma en que concretamos la oferta formativa. Siempre será insuficiente, claro está. Pero que sea mal programada puede mejorarse. En mi provincia se convocaron en el año 2023, 366 cursos de formación para el empleo. No me meto en dar más datos que me extiendo demasiado. Es claramente insuficiente y en relación al punto anterior de la cualificación, señalar que de esos 366 cursos solo 25 se dirigían a profesionalizar a quienes no tienen la ESO.

Aún así, lo peor no son los números. Lo peor es la letra pequeña. Lo peor son los calendarios, las convocatorias repentinas, la falta de flexibilidad horaria y la presencialidad cuando se dirigen a personas con cargas familiares, con apoyos escasos y con situaciones de vulnerabilidad.

Esa vulnerabilidad y concretamente la situación económica de muchas de las personas en desempleo hace muy difícil que puedan comprometerse con un curso de seis meses (o de 4 en el mejor de los casos) sin ayudas. Porque las ayudas existen pero no siempre se cobran con la debida celeridad.

Y las ayudas que existen son limitadas. Demasiado limitadas. En Galicia en concreto las ayudas son para personas con discapacidad reconocida, familias monoparentales y familias numerosas. Estas personas pueden percibir 9€ por asistir a un curso. Pero claro, siempre que, ademas de cumplir las mencionadas condiciones carezcan de rentas por encima del 75% del Iprem. Es decir, si en casa entran 450€ por persona, pues nada, no se cobra.

Así que una mujer con un/una menor que cobra el subsidio le va a ser completamente imposible formarse por una razón económica obvia y por otras cuestiones como la falta de flexibilidad horaria.

Si estas cosas no se cambian, no conseguiremos llegar a quien necesitamos llegar y a quien más lo necesita.

En fin, me he comprometido conmigo mismo a señalar solo cinco puntos y aún así ya me he alargado más de lo que quería.

Solo aclarar que soy perfectamente consciente de las inmensas dificultades que nos presentan las Políticas Activas de Empleo. No escribo esto con ánimo de crítica no constructiva. Ni mucho menos como verdades absolutas. Seguramente me equivoque en algunas cosas de las que he dicho. Pero lo que sí es cierto es que hecho de menos el debate sobre esto y la posibilidad de ir mejorando lo que hacemos, de ir repensando de forma constante los servicios de empleo, por los cambios sociales, económicos y tecnológicos pero también por los necesarios cambios conceptuales que nos deben llevar a primar siempre las personas y considerarlas como clientes, término que sé que no gusta a todo el mundo (a mí sí) pero que desde luego es mejor que beneficiario/a o usuario/a.

Además me gustaría finalizar con dos apuntes. Uno primero referido a las oficinas de empleo lugares sin medios, mal diseñados y estructurados que solo reciben críticas sin el más mínimo reconocimiento. Y muchas merecerían ese reconocimiento público. Y sus profesionales el respaldo profesional y laboral que les permita dar un servicio de calidad.

Y el segundo apunte refiere a lo que yo considero más eficaz en la lucha contra el desempleo, mucho más importante que las propias Políticas Activas de Empleo: el abandono escolar. En 2024 ha alcanzado su mínimo histórico: El abandono educativo temprano marcó su mínimo histórico con un 13%. Esto sí que es para celebrar 👏👏👏

Deixa unha resposta

Este sitio emprega Akismet para reducir o spam. Aprende como se procesan os datos dos teus comentarios.