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Cómo enfrentar la demanda de polivalencia: MacGyver o El Señor Lobo

La polivalencia es un término tradicional en el mercado de trabajo, con mucha carga emocional y muchos posicionamientos al respecto. Recuerdo que hace años, cuando trataba el tema en alguna actividad de formación, debía tener mucho cuidado de no herir sensibilidades pues para muchos trabajadores polivalencia era sinónimo de despidos.

La polivalencia, aunque existían menciones anteriores, entra en el ordenamento jurídico laboral español en el año 1994, cuando el Estatuto de los trabajadores permite que se pacte una “polivalencia funcional” o “la realización de funciones propias de dos o más categorías, grupos o niveles”.

Con la polivalencia en la proa, organizaciones como Renfe abanderaron una eliminación de personal que supuso el final de carrera para muchos profesionales que no tuvieron ninguna oportunidad de evolucionar en profesiones muy limitadas y con pocas posibilidades de desarrollo fuera del entorno habitual en el que ejercían. Es lo que se ha venido llamando la polivalencia funcional impuesta.

Pero no es del concepto legal o más formal de lo que quiero hablar. A mi me gustaría referirme a la polivalencia que muestran los profesionales en el mercado laboral español y al papel que está marcando en estos tiempos. Un buen amigo me comentaba no hace demasiado una anécdota al respecto. Un equipo de profesionales de instalaciones fueron contratados por una empresa belga y esta hizo repetidas alabanzas de la polivalencia del equipo, capaz de responder en áreas muy diversas. Algo que, afirmaban, no es habitual en su país.

La cuestión es, ¿Cómo entendemos aquí la polivalencia? Como decía existe una visión y un marco legal para explicarla pero existe una visión más cercana, la interpretación de las personas y las organizaciones.

En un mundo caracterizado por la inestabilidad y el cambio permanente, la polivalencia tiene mucho que ver con la capacidad de aprender. Y, en muchos casos, con la capacidad para desaprender. Y ahí, creo yo, está una de las claves de por qué las personas con más formación tienen más opciones de desarrollo profesional. La formación da capacidad de adaptación. A mayor formación más capacidad de adaptación.

Hoy el mercado de trabajo camina hacia una gran especialización pero mantiene sus demandas de polivalencia. Esto puede verse fácilmente en las ofertas publicadas. A veces incluso especifican la necesidad de polivalencia después de exigir unos conocimientos específicos.

El caso es que el actual mercado laboral parece exigirnos a todos los profesionales algo aparentemente contradictorio, especialización y polivalencia.

Pero  no lo es. El desarrollo de la humanidad ha llevado a cada área de conocimiento a tal grado de desarrollo que nos es imposible abarcarlas de forma individual. Desde el derecho hasta la carpintería, todo ha alcanzado una dimensión que obliga a la especialización.

Pero, claro, la especialización solo permite una/unas respuestas concretas, necesarias para las organizaciones pero no siempre suficientes. ¿Cómo enfrentar esto?

Muy habitualmente me encuentro con personas que como respuesta a esta pregunta pretenden adquirir un saber hacer “de todo lo que se le presenta por delante”. Además desde los servicios públicos también se contribuye a esto demasiado a menudo. Me refiero a animar, derivar o directamente obligar a personas a que se formen en cosas que no les son apropiadas y les quedan realmente lejos. Es decir, como tenemos un recurso (un curso, por ejemplo) es necesario cubrirlo. En estos casos las posibilidades de que la persona rentabilice la formación en términos de empleo es más una cuestión de azar que de tratamiento técnico de un proceso de mejora de la empleabilidad.

En cualquier caso, como decía, hay muchas personas que tratan de formarse sin ningún criterio, pensando que el hecho de aprender oficios muy diversos será una apuesta apropiada a la polivalencia que demanda el mercado o, cuando menos, les permitirá responder a un mayor número de ofertas de empleo. Pero esto no funciona exactamente así. El carácter social del empleo dificulta muchísimo poder responder a un abanico de profesiones diversas.

Y tampoco es buena respuesta a la polivalencia que demanda el mercado laboral. Primero por la imposibilidad, ya apuntada, de adquirir las competencias necesarias en áreas demasiado diversas como para resultar atractivo profesionalmente, como para poder mantener un mínimo de empleabilidad.

Además es muy dudoso que las empresas demanden una polivalencia demasiado amplia. En términos generales (hay ejemplos para todo en el mercado de trabajo) y desde mi punto de vista, las empresas demandan polivalencia en el marco de tu profesión, en el marco de tu ámbito de trabajo, del de tu departamento o sección o desde la misma actividad de la organización. Se demanda una polivalencia cercana, capaz de responder a situaciones que están en una zona de desarrollo próximo, en una zona a la que, con ayuda, puedo llegar.

Y, segundo, se demanda una polivalencia relacionada con las competencias transversales. Hoy todos representamos a nuestras empresas, todos precisamos saber conversar, dialogar, defender o vender. Si, ya se que todos no, pero el número de personas en esta situación ha venido aumentado de manera exponencial. De hecho no hay encuesta o estudio al empresariado que no recoja que esta es su gran demanda, que necesitan profesionales que sepan hablar en público o que estén acostumbrados a conseguir objetivos en situaciones de presión.

Lo dicho, que lo mejor para responder a la demanda de polivalencia de este mercado de trabajo es identificar claramente nuestras fortalezas y especializarnos en una respuesta específica, pero respaldarla con un gran abanico competencial que nos permita ocupar muchas posiciones en un entorno, en un sector o en una actividad que me resulte conocida y en la que pueda ir construyendo una poderosa red de contactos que me conozcan por lo que sé hacer. Y si, mejorar y completar mi repertorio de competencias transversales, mejorando mi discurso, mi oratoria, mis posibilidades de trabajo autónomo y en equipo o mi capacidad para proponer nuevas respuestas a las organizaciones. Pero siempre debemos intentar desarrollar nuestras nuevas competencias en esos espacios que Vygotski denominaba la zona de desarrollo próximo y no pretender convertirnos en un MacGyiver capaz de resolverlo todo. Puestos a interpretar un papel creo que tendrá mucha más demanda el del Señor Lobo. Todo el mundo sabe qué problemas soluciona y que lo hace de forma eficaz. Esa es la idea.

 

 

Desempleo juvenil, más medidas para combatirlo

Mi primer empleo se desarrolló en el marco de un programa del Gobierno que pretendía garantizar el relevo generacional cualificado en el sector naval. Durante un año me formé y trabajé como calderero en los astilleros junto con otros jóvenes que empezaron a convertirse en soldadores, mecánicos, tuberos… pero sobre todo, empezaron a convertirse en profesionales de algo, cambiaron por primera vez su entorno habitual por el entorno de un centro de trabajo.

Aquella iniciativa no era más que uno de esos puentes que ahora tratamos de impulsar pero que no parecen suficientes. A mi me gusta llamarles así, puentes, aunque son más habituales expresiones como programas de transición de la escuela al trabajo o programas de transición a la vida activa.

La mayoría de estos programas giran en torno a la formación en el puesto de trabajo de una u otra manera. Y es que las bondades de la formación en la realidad de la actividad laboral parecen obvias. Nada puede dar una capacitación tan actualizada y adaptada a las necesidades de las empresas como el aprendizaje en entornos profesionales.

Y de esta idea también está convencido el Comité Económico y Social Europeo que el pasado año publicó un informe a tener muy en cuenta a la hora de pensar el problema que enfrentamos y las soluciones que podemos poner en marcha.

Precisamente por las dimensiones del problema no parece que la apuesta por la formación dual o experiencias similares vaya a ser suficiente.

Es muy necesario que las personas más jóvenes puedan adquirir las competencias profesionales en entornos empresariales, en la economía real. Pero también son necesarias otras propuestas que cambien la forma en la que las organizaciones pueden acercarse al talento, al saber hacer de las personas más jóvenes. Y deberíamos ser capaces de establecer estos otros puentes, hoy más necesarios que nunca.

En este mismo documento se mencionan un buen número de prácticas y proyectos que parecen dar resultado en otros territorios y que bien podrían impulsarse en escenarios como el nuestro.

En el informe del Cese hay numerosas, heterogéneas e interesantísimas prácticas y propuestas. Personalmente me gustan mucho las ideas que tratan de generar espacios para conocerse, interactuar y generar oportunidades. En concreto experiencias como las de participación local austríacas parecen realmente interesantes.

Allí las Implacementstiftungen del servicio austriaco de empleo, reúnen a las empresas que no pueden cubrir sus necesidades de personal y a los solicitantes de empleo que carecen de una parte de la formación necesaria para un puesto específico. Los costes de formación y subsistencia se dividen entre el servicio de empleo y las empresas. Las evaluaciones han mostrado que, tres meses después de participar en el proyecto, alrededor del 75 % de los participantes obtienen empleo”.

No es la primera vez que hablo sobre esto. De hecho es un tema que me gusta mencionar. Me refiero a la generación de espacios para conocerse, para cooperar y para solucionar problemas con la participación conjunta. Espacios para conversar con fines y objetivos concretos.

Hay muchos otros ejemplos de cómo la generación de espacios para conversar y activar se han mostrado útiles. También en España aunque limitados a iniciativas privadas o en el marco de proyectos. En otros países como UK,  en Brighton concretamente (de un periodico local es la foto de la cabecera) crearon espacios con formación específica para generar oportunidades de autoempleo justo después del impacto de la crisis. El Jobcenterplus de la ciudad señala esta actividad como la que más resultados les dio. Eso si, a pesar del titular no es oro todo lo que reluce y la situación de las personas inmigrantes en la ciudad no es precisamente ideal. Los españoles se alían para hacerle frente.

Hasta hace unas décadas las empresas entendían el necesario rejuvenecimiento de las plantillas. Y esto no solo garantizaba una continuidad en la disponibilidad de trabajadores cualificados, también ejercía una función social realmente importante. Hoy nos encontramos con un mercado mundial en el que, según los datos de Manpower, sólo un 25% de las empresas de todo el mundo incorporan mujeres, jóvenes o mayores de 55 años.

Deberíamos esforzarnos por cambiar esto y elevar de forma exponencial los intentos por aportar nuevas propuestas que contribuyan a ello. Algunas de la prácticas que figuran en el informe del Cese son un buen punto de partida.

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Necesitamos conversar sobre empleo

Más de una vez he hecho referencia a mis experiencias grupales y, especialmente, a la sensación con la que casi siempre acabo estas acciones, la sensación de  que las personas tienen una gran necesidad de hablar de empleo.

Las actividades grupales son para mi una de mis principales formas de aprendizaje. Antes de hacerlas me obliga a prepararlas y a recopilar información y contenidos específicos, dependiendo del público al que vaya a dirigirme.

En los últimos meses he tenido que repasar la situación de la industria cultural y creativa o he tenido que ampliar/adquirir conocimientos sobre los recursos de determinadas zonas como la que rodea a Ribeiro de Miño, en la comarca do Ribeiro. Por cierto, que la pongo de ejemplo porque es uno de esos pequeños paraísos por explotar, con villas, balnearios, termas de aguas calientes, turismo cultural y si, un vino excelente. Un lugar al que ir, pero también un lugar con mucha capacidad de desarrollo y de generación de empleo.

Pero no es de esas maravillas de las que quería hoy hablar aquí. De lo que quiero hablar es de estas últimas acciones en las que he aprendido mucho y he vuelto a sentir esa necesidad que mencionaba, la necesidad de abordar problemáticas del mercado laboral con unos mínimos conocimientos técnicos. Porque esto es uno de los elementos más importantes de las acciones grupales, crean espacios en los que tratar el tema del empleo desde un punto de vista profesional.

Aunque me gusta centrar mi discurso en los cambios que la red y la tecnología están imponiendo en el mercado de trabajo y en la búsqueda de empleo, muchas personas suelen quedarse a hacer preguntas sobre otras cuestiones. Temas como la edad, sobre cómo gestionan la edad en los procesos de selección, cuestiones sobre Linkedin o la redes sociales en general (me preguntan mucho si yo he encontrado oportunidades utilizando redes sociales), si las nuevas herramientas están presentes en las pymes a las que se dirigen… Todas cuestiones que están en la mente de cualquier persona preocupada por su futuro profesional y que precisan de respuestas técnicas.

Las sesiones grupales permiten, como digo, conversar sobre estas cuestiones, bien en el marco del gran grupo, bien en pequeños grupos a posteriori. Pero, ¿ qué más aportan las acciones grupales centradas en temas de empleo ?

  • La posibilidad de que las personas se acerquen al mercado de trabajo con datos y asesoramiento profesional, superando las conversaciones de amigos.
  • Multiplican la difusión de algunas ideas clave con las que precisamos llegar de forma urgente a un amplio número de personas (competencias digitales, formación, cambio permanente…)
  • La capacidad inclusiva de la actividad y sus posibilidades para la generación de sinergias. No todas las personas tienen los mismos conocimientos sobre un tema (la tecnología y el mercado de trabajo, por ejemplo) y aquí se encuentran opciones para cooperar.
  • Opciones de debatir y contrastar percepciones, opiniones e ideas preconcebidas dada la posibilidad de intervenir en cualquier momento.

Pero, además de todo esto, las acciones grupales son un lugar excelente en el que conocer personas con ganas de cambiar su situación, con ganas de desarrollarse profesionalmente, personas dinámicas, comprometidas, con discurso… personas que inspiran, contagian y motivan. Y eso no hay quien lo pague.