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La orientación laboral y el respeto al cliente

Hace tiempo que quería volver a escribir acerca de como las personas en búsqueda de empleo se enfrentan a una problemática añadida a la propia de la situación de desempleo: la falta de recursos hoy en día necesarios para revertir la situación.

Me refiero a las personas que buscan empleo y que utilizan los servicios de orientación laboral, mis clientes más habituales.

Y es que, además de la propia situación de desempleo, las personas se enfrentan hoy a serias dificultades para encontrar recursos que les ayuden, cuando menos, a mejorar sus opciones de acceder a un empleo.

Resulta complicado hablar de las personas en situación de desempleo sin caer en la demagogia, sin llegar a transmitir la idea de que la situación no se puede modificar o que se depende “exclusivamente” de recursos que un tercero no oferta. Cuando menos a mi no me resulta fácil. Pero en estas últimas semanas he mantenido algunas conversaciones que me han animado a escribir sobre las personas en búsqueda de empleo y sobre los servicios que sufren.

Una de esas conversaciones ha sido (y sigue siendo) con un compañero del Ministerio de Trabajo, de los empeñados en mejorar los servicios que se ofrecen. De esas personas que van mucho más allá de lo que se les exige, un verdadero profesional que no hace otra cosa más que aportar y tratar de mejorar. Con él he venido hablando sobre la situación en las oficinas de empleo. Yo suelo comentar mis más negativas experiencias y él los cambios más positivos que se han ido introduciendo y los beneficios cara a las personas.

Mi argumento suele centrarse en cómo se perciben las oficinas de empleo. En mi universo de clientes resulta una anécdota aquellos que ven en la oficina de empleo un lugar útil, un lugar que les aporte o les respalde. Todo lo contrario.

Estos mismos días he dejado de hacer la orientación laboral que venía haciendo para el Servicio Público de Empleo de Galicia. Como muchas otras veces en este Guadiana que son los servicios de orientación, no se avisa a nadie, ni siquiera a aquellas personas con las que existen planteamientos a medio plazo de cierta intensidad. A nadie.

No es novedad. Otras veces ha sucedido esto en nuestro pasado reciente. Es fácil encontrarse con personas que han pasado por cuatro entrevistadores diferentes en un año. Y así es muy difícil mantener una mínima consistencia en un trabajo planificado, acordado y con un gran compromiso emocional. La imagen de marca es nefasta. El resultado es una completa falta de compromiso por parte de las personas, una respuesta desganada y una infravaloración de los aportes que la orientación laboral y los servicios públicos de empleo en general pueden hacer. Es justo lo contrario de lo que se hace en otros países donde se invita a reclamar servicios eficientes y útiles a los clientes, generando una relación de compromiso con un servicio público que busca aportar y ser eficaz.

Este escenario se debatía en Linkedin hace muy poco. Una vez más se trataba de experiencias poco positivas que hacen un flaco favor a los servicios públicos de empleo.

Ahí insistí en la idea de cómo vienen siendo tratados los servicios de orientación laboral y los servicios públicos de empleo en general: “vienen siendo denostados, arrinconados, infravalorados y desprofesionalizados desde hace tiempo”. En una oficina de empleo hay más personal administrativo que orientadores/as contactados/as con empresas y con el mercado laboral en general.

Además, la administración pública no capitaliza lo que va aprendiendo, renuncia a la profesionalización de los servicios que tratan de responder a las personas en búsqueda de empleo. En las oficinas hay excelentes profesionales, algunos/as verdaderos referentes para mi. Personas con mucha experiencia, capaces de dar soluciones mientras se enfrentan, a pie de calle, a nuestro principal problema. Pero, como decía en el debate, a esas personas no les preguntan, no vaya a ser que digan de hacer las cosas de otra manera 😉

Sin ninguna intención demagógica creo que se puede afirmar que el resultado de todo esto es dramático:

  • La oferta formativa es claramente insuficiente. Acceder a formación de valor es, demasiadas veces, un proceso largo, extremadamente difícil. A las personas en desempleo les cuesta muchísimo en este momento poder llegar a un recurso tan básico y clave como la formación.
  • No solo se gestionan pocas ofertas, se gestionan mal, sin información concreta sobre el empleo, el empleador y demás. Tengo varios ejemplos de respuestas gloriosas cuando una persona se acerca a preguntar por una oferta que tramita el propio Servicio Público de Empleo.
  • No existen los centros de recursos donde las personas puedan ahorrar costes y tratar de ganar en eficiencia en su búsqueda. Me refiero a lugares para utilizar un teléfono, internet… y donde contar con asesoramiento especializado y conectado con el mercado de trabajo, tal y como puede suceder en los Jobcentre Plus ingleses.
  • En mi entorno concreto el acceso a orientación laboral individualizada y continuada en un marco de tiempo concreto no es un servicio rápido ni dinámico ni efectivo.

Así que las personas no van a una oficina de empleo a no ser que las llamen, las citen o tengan que “sellar”. En mi trabajo diario no me encuentro, en general, con personas que acudan de motu propio a una oficina de empleo.

Primero no saben a qué exactamente, qué pueden obtener. Segundo, no se sienten amparadas. No sienten que allí haya servicios que puedan aportarles información o recursos que les sean útiles, no sienten que estén de su lado, que les respalden y motiven. Aún estamos algo lejos de que una oficina de empleo nos reciba como en este Jobcentre Plus londinense.

 

Pero la realidad es persistente y el papel de la orientación laboral acaba apareciendo aunque sea por necesidad. El programa de Garantía Juvenil que acabamos de solicitar en el marco europeo vuelve a situar la orientación laboral como su primera medida. La primera y fundamental medida para poder conocer con quien se va a trabajar, para poder conocer a los jóvenes que van a participar.

Y es que no puede ser de otra forma. La orientación laboral y la educativa vienen consolidándose en el marco europeo por su utilidad y sus aportes. Así se viene entendiendo en Europa y en España, donde figura como la primera de las áreas de trabajo de la actual Estrategia española para el empleo, el marco normativo de coordinación y ejecución de las políticas activas de empleo. ¿ Por qué nos empeñamos en no cumplir lo que ahí se establece ?

El Plan para la implementación de la Garantía Juvenil

Hace tiempo que algunos esperamos medidas valientes y ambiciosas en la lucha contra el desempleo, medidas que se correspondan en su ambición y objetivos con las dimensiones de un problema ciertamente muy complejo.

Hasta ahora ninguna de las medidas que se han aprobado y puesto en marcha en estos años responden a esos criterios, desde mi punto de vista. Pero la propuesta de Garantía Juvenil si me parece importante, valiente y ambiciosa, con medidas de calado. Una apuesta vital para enfrentar una de las grandes batallas en la guerra contra el desempleo, la del desempleo juvenil.

El documento es la respuesta a la iniciativa tomada por el Consejo Europeo que indicó a los Estados la necesidad de contar con un Plan de implementación de la Garantía Juvenil para permitir el acceso a los fondos de la iniciativa europea Empleo Joven.

Y agradecidos deberíamos estar al Consejo Europeo por obligarnos a dar pasos concretos para la puesta en marcha de medidas que prevengan la marginación laboral a enfrentar por muchas personas, en este caso las más jóvenes.

En este sentido el documento es de aplaudir. Pero también lo es en cuanto a sus propuestas. De hecho parece un mínimo viraje hacia la coherencia, hacia la puesta en valor  de medidas que hasta ahora han dado resultado en las políticas activas de empleo.

Aunque esto plantea, cuando menos, dos interrogantes: ¿Por qué ahora ponemos en valor medidas que hemos ido desacreditando en estos últimos años? y ¿Cómo vamos a hacer que recursos hasta ahora mermados e insuficientes puedan ser capaces de responder a un plan tan ambicioso?

El documento cuenta con muchos elementos que merecerían una valoración. Pero yo sólo me referiré a lo encuadrado en las dos primeras lineas de actuación de las cuatro que establece el Plan:

1. Para mejorar la intermediación

2. Para mejorar la empleabilidad

3. Para favorecer la contratación

4. Para favorecer el emprendimiento

En la tercera se recoge un conjunto de ayudas a la contratación y rebajas en las cotizaciones. En la cuarta, ayudas y acciones de fomento del emprendimiento con interesantes modificaciones en la capitalización del desempleo y una opción de segunda oportunidad cuando un autónomo se dé de baja en el Reta.

Pero, como digo, yo me refiero de forma exclusiva a las propuestas para mejorar la intermediación y la empleabilidad. En estas es donde me surge cierto desconcierto.

Y es que la primera acción para mejorar la intermediación, y la primera acción del Plan, son las acciones de orientación profesional.

Y me alegro pues considero, obviamente, que son imprescindibles para aplicar cualquier medida de empleo de forma mínimamente eficaz. Pero ¿ qué grado de credibilidad puede tener la propuesta en un contexto en el que la orientación laboral ha sido cuestionada en lo que aporta y se la ha ido marginando, mermando o eliminando?

La segunda acción es la modernización de los servicios públicos de empleo. Un clásico. Lo venimos escuchando “desde siempre”. Exactamente lo mismo. Y algunas cosas se han conseguido, cierto. Pero si realmente se hubiese modernizado el servicio público de empleo no pasaría lo que pasa en las oficinas. Bueno, si realmente rentabilizáramos todo el dinero invertido con este objetivo, tendríamos el mejor servicio de empleo del planeta.

Llegaría con hacer lo que se supone que se puede y se debe hacer en una oficina. La inmensa mayoría de las personas a las que oriento no se siente amparada, respaldada o motivada por su oficina de empleo. Las excepciones tienen que ver con excelentes profesionales que se implican. Llegaría con que una persona que pregunta por una oferta de empleo tramitada por el Sepe y perfectamente identificada pueda obtener más información sobre la misma que la de remitirla a la web con malos modales (una experiencia reciente).

Y, por cierto, después de todo lo invertido en modernización en estos años, tenemos que recurrir a una base de datos nueva, externa y contratada al efecto. No dudo que sea necesario, pero debería hacernos reflexionar.

En este mismo apartado el documento refleja que se prevé contar con la colaboración público privada para conseguir los objetivos temporales marcados, que son ciertamente ambiciosos en nuestro mercado de trabajo y sólo por ello, como ya dije, de alabar. Pero esa colaboración no parece que pueda concretarse en un plazo razonable en este 2014. Especialmente en el primer semestre, donde la Garantía Juvenil debe quedar lista para empezar.

Finalmente, este apartado de fomento de la intermediación menciona  programas de movilidad (de agradecer) y de intermediación educación-empleo, aunque con un desarrollo tan corto que no permite muchas valoraciones.

En la segunda linea de medidas, con la que se pretende mejorar la empleabilidad, se señalan propuestas que se vienen demandando por las características del desempleo y del problema que enfrentamos. Los programas de segunda oportunidad son un acierto importante. De la misma forma que la extensión de la formación en TIC / Idiomas o la recuperación de la formación con compromiso de contratación.

Aquí también se hace referencia a otro programa que se ha venido “desnaturalizando”, al menos en mi entorno próximo: Las Escuelas Taller. ¿ Como puede ser que se calificaran de caros, se reformaran e, incluso, dejaran de convocarse proyectos de Escuelas Taller para que ahora esta sea una medida de lo más acertada ?

Insisto en que es un  documento muy interesante, pero que no cuenta con el desarrollo necesario. Además parece que se dice lo que se quiere decir. Es necesario hablar de la formación Dual o de la movilidad y ahí están. Pero, en cambio, no figuran grandes recursos que funcionan.

Por ejemplo, la ausencia de referencias a las bolsas de empleo de la FP y a las personas que en los centros se encargan de la orientación laboral y de las labores de apoyo a la inserción. Aunque la FP Dual es muy interesante, los centros de FP tradicionales existen en todo el territorio y en muchos se hace un importante trabajo al que aún le queda recorrido. Edulcoro sabe mucho de esto. Además los centros educativos y formativos en general deberían jugar un papel importante en la difusión, especialmente si tenemos en cuenta que los jóvenes que quieran participar tendrán que solicitarlo.

Por cierto que lo que refiere a la participación empresarial también queda un poco cojo. Yo echo de menos algo que refleje cual será el papel de las empresas.  Queda poco claro el cómo pretendemos lograr la contratación, de dónde saldrán las ofertas de empleo. No hablo, obviamente, de una identificación concreta de empresas u ofertas, pero si del papel a jugar por la parte contratante. Se pierde una buena oportunidad para comenzar a dar pasos en cuanto a la implicación de las empresas en las políticas activas de empleo. Hasta ahora continúa siendo demasiado indirecta y sin que jueguen el papel activo y protagonista que precisamos.

Como digo, creo que hay muchos otros elementos del documento merecedores de comentarios y que pueden llevar a reflexiones más amplias sobre cómo luchamos contra el desempleo. Pero no tengo intención de ser exhaustivo. Sólo quería señalar que, en mi modesta opinión, nos encontramos ante una propuesta ambiciosa y necesaria en sus términos pero a la que le faltan explicaciones y recursos para resultar creíble. En cualquier caso ojalá tenga resultados, ojalá que con estos mimbres obtengamos resultados reales.

Porque lo realmente importante es que en la UE le parezca apropiado, que consideren que estas medidas serán útiles y conseguirán los objetivos que nos plantean: que podamos ofertar a todas las personas jóvenes una experiencia profesional o formativa en el plazo de 4 meses.

La formación para el empleo y las respuestas a los problemas del mercado de trabajo

En este momento de cambio global en las sociedades occidentales en el que la propia actividad productiva se está redefiniendo, se empiezan a apuntar también nuevos e importantes cambios en nuestro mercado laboral. Son tiempos de nuevas legislaciones y acuerdos normativos y también son tiempos de propuestas de cambio en el mercado de trabajo, en rrhh, en la actividad económica y, por supuesto, en la sociedad en general.
La formación, la cualificación, la capacidad de crear y de responder a las necesidades de una nueva actividad económica, están siempre en debate y forman parte ineludible de cualquier intención de mejora en el mercado de trabajo. Especialmente en una economía global que sitúa al conocimiento en el centro de su actividad.
El nuevo gobierno ya ha apuntado medidas como dar mayor presencia a la formación en la empresa, en el caso de la FP, o alargar la duración de la educación secundaria. Medidas que dan lugar a debates y consideraciones. Especialmente sobre si esto es lo que hoy necesita el sistema educativo en España o si se precisa un cambio más profundo que mejore la calidad de la enseñanza, que incluya la tecnología como recurso principal, y que sea capaz de incorporar contenidos como la creatividad y otros ya convertidos en esenciales.
En cualquier caso se habla de medidas a medio plazo y parece oportuno combinarlas con nuevas aportaciones que puedan ayudar a resolver problemas concretos a más corto plazo. Y estas no parecen estar surgiendo con la agilidad que precisa el mercado de trabajo, como demuestra la última convocatoria para la programación de acciones formativas dirigidas a personas en desempleo en Galicia.
La convocatoria comparte con el resto de España la falta de flexibilidad y cierta inadecuación a un mercado de trabajo en cambio constante. El imperativo de las aulas homologadas, la falta de peso de los Itinerarios Profesionales de Inserción o la separación de mucha de la oferta del propio tejido productivo continúan siendo lastres importantes para mejorar la cualificación de nuestro mercado laboral de forma eficaz. Lastres, por cierto, identificados desde hace años.
El problema es que ahora estamos ante una situación de inmensa urgencia que exige rapidez y valentía en las propuestas. La formación para el empleo de todo el próximo 2012 no puede ser, como se anuncia, casi de forma exclusiva en areas certificables en el marco de los certificados de profesionalidad. Esta es una linea de oferta imprescindible, pero que debe completarse, ahora de forma especial, con otras alternativas.
Teniendo en cuenta que, además, pretende llegar a 23.000 personas (el año pasado fueron 28.000) de las 258.000 que están en desempleo en Galicia, estamos ante un escenario necesitado de propuestas y, claro está, del dinero que las respalde.
Programas para la recuperación de la figura del aprendiz, formación con tecnología aprovechando las posibilidades de la web 2.0, una participación más directa de las empresas, un impulso en la linea de los cursos con compromiso de contratación, que se mantienen, la vuelta del ausente programa de Escuelas Taller, necesitado de redefinición pero muy necesario en este momento, etc… pueden ser algunos de los temas en los que trabajar para buscar más y mejores respuestas a la situación de nuestro mercado laboral.
Con los mismos objetivos y los mismos recursos, es decir, haciendo lo mismo, será difícil que logremos resultados diferentes. Y lo que es peor, no parece transmitirse una verdadera conciencia de la seriedad y las características del problema al que nos enfrentamos.
Estas últimas semanas he estado revisando algunas de las medidas que se implementan en otros contornos para acercar a las personas en formación al mercado laboral y responder a necesidades concretas de las empresas. Algunas son muy interesantes y se producen ante problemas no muy diferentes de los nuestros. Es el caso de los contenidos STEM del mercado anglosajón, especialmente en UK.
STEM es el acrónimo inglés para Science, Technology, Engineering and Maths. En realidad se trata de contenidos específicos que tratan de mejorar la capacitación de las personas en estas áreas. Nace en el marco de las cualificaciones británicas pero está hoy presente en ámbitos que van desde la formación en general al programa de aprendices británico, el Apprentices.
Este programa oferta la oportunidad de aprender y desarrollarse profesionalmente en profesiones y áreas STEM, a personas jóvenes que no completaron su formación. Comprobar la oferta formativa de STEM dentro de este marco, nos muestra nuevas posibilidades.
Y no es que no se oferten contenidos STEM, o que en España no se intenten soluciones. De hecho hemos contribuido a luchar contra este problema con ideas y proyectos bien interesantes. Desde las Escuelas Taller al contrato de aprendizaje, pasando por la extensión y adecuación de prácticas en FP, hemos venido mejorando las respuestas a este inmenso problema del desempleo juvenil y de la inadecuación de las personas al mercado de trabajo.
El caso es que, como decía, es tiempo de propuestas, tiempo de diseñar respuestas y de aventurarse a programarlas. Tiempo de innovar, con todos los riesgos inherentes. Es evidente que ya no se trata sólo de contar con una fuerza laboral más formada. Debemos contar con nuevas competencias (habilidades, conocimientos, actitudes) en contenidos muy determinados, para lograr un alto grado de especialización y polivalencia. Aunque esto parezca antagónico, es una de las demandas del mercado laboral.