En este primer semestre del año me han llamado mucho la atención algunos datos de la formación en España. Concretamente algunos que refieren a la participación y a la inversión.
La imagen que encabeza está sacada del Informe de Cifras y Datos que elabora el Ministerio de Educación y Formación Profesional y refleja un dato básico: la inversión en educación.
Este dato de la inversión es, obviamente, el primero y más importante. Y es para celebrar que nuestra inversión en educación haya ido en aumento en los últimos años. Pero hay otros datos que me han sorprendido, los que refieren a la participación de la población adulta en actividades formativas.
Participación a la baja
Según este Primer informe sobre Formación Profesional y para el Empleo en España, elaborado por Juan María Menéndez – Valdés, el número de personas que finalizan acciones de Formación Profesional dirigida a personas en desempleo viene descendiendo (de forma irregular), al igual que lo hace el número de acciones que se ofertan. O sea, diminuyen las posibilidades de formarse y las personas que se forman.
¿ Sabías que en España sólo un 14,4% de la población entre 24 y 65 años cursa alguna actividad formativa ? A mí me ha parecido poquísimo. O quizá no lo sea porque es verdad que hay un buen número de países de nuestro entorno con datos similares o peores.
Si nos vamos al dato concreto de las personas que trabajan sólo (a mi entender) una media del 16% de personas que trabajan cursan formación.
No es la primera vez que hablamos en este blog de las necesidades de hacer cambios en la oferta formativa, especialmente cambios que la lleven a tener más flexibilidad y más posibilidades de combinación con el empleo. No voy a añadir nada al respecto, porque quiero comentar otros datos, pero estas cuestiones ( y las jornadas laborales y las facilidades de acceso y…) son temas en los que precisamos seguir dando pasos adelante. Veremos si la nueva Ordenación del Sistema de Formación Profesional que nos viene, que ya cuenta con un calendario de puesta en marcha, aporta algo sobre esto.
¿ Quienes son los peor parados ?
Mientras, la cuestión es que nos enfrentamos a un escenario en el que la falta de participación en actividades formativas afecta en mayor medida a quienes tienen un nivel de competencias más bajo. Es lo que ha venido en llamarse <<la trampa de las bajas cualificaciones>>, una situación en la que las personas se ven atrapadas ante la imposibilidad de mejorar esas competencias en nuevas actividades formativas, a veces por la urgencia de su situación, a veces porque la falta de algunas competencias de mayor nivel se lo impiden.
De hecho de ese 14,4% de personas entre 25 y 65 años que participa en acciones de formación el 23% tiene estudios superiores y solo un 5% tiene nivel de educación secundaria, primera etapa o inferior.
Y, claro, esto tienen consecuencias, en España y en el marco europeo. El 20% de la población de la UE en edad de trabajar tiene escasos conocimientos de lectura, escritura y cálculo. Y el 25% de los adultos carece de las competencias necesarias para hacer un uso eficaz de las TIC. Si pensamos en la relación entre las competencias y el empleo, si pensamos en que la única forma de mejorar en el empleo (la empleabilidad, que decimos) es a través de la educación y la formación, es evidente que un porcentaje muy alto de las personas son tremendamente frágiles en el mercado de trabajo. Si no cambiamos estos datos, la solución al problema del desempleo en países como España será realmente complicada.
¿ Qué hacer ?
En este sentido, en la linea del esfuerzo que se viene realizado en los últimos años, se impone seguir reduciendo la tasa de abandono escolar. Pero también se impone, por lo dicho, que será preciso ofertar formación de competencias bajas y muchísimas opciones de completar las competencias de partida de una buen número de personas entre los 24 y los 65 años.
A esto habrá que añadir que seguimos precisando cambiar la oferta formativa dirigida específicamente a mujeres, tanto en términos de contenidos como en lo que refiere a la flexibilidad o al calendario. Asistimos a un escenario en el que las mujeres empiezan a equilibrar su presencia en las actividades formativas (especialmente las que tienen categorías profesionales más altas) pero en el que las actividades formativas con presencia mayoritaria de mujeres siguen siendo las de cuidados personales y atención sociosanitaria.
Estamos en el año Europeo de las Capacidades, el European Year of Skills que desde hace unos meses cuenta con su propia web. Esta celebración pretende impulsar algunos de los objetivos sociales de la UE para 2030 como que al menos el 60 % de los adultos participe en actividades de formación cada año. Es momento, por tanto, para nuevas medidas que fomenten la participación de las personas atrapadas en competencias básicas y empleos precarios así como tratar de cambiar las tasas de feminización de las profesiones que condenan a muchas mujeres a tener menos oportunidades de empleo.